La inteligencia artificial (IA) se ha consolidado como el verdadero motor del marketing actual, mientras que tecnologías como la realidad virtual (VR) y el metaverso han quedado algo rezagadas. Aunque recientemente se hablaba de ellas como el próximo gran avance digital, su uso todavía es limitado y se da mayormente en sectores muy específicos.
Por otro lado, la IA ha encontrado su camino rápidamente en aplicaciones cotidianas, como asistentes de voz, chatbots, motores de recomendación y sistemas publicitarios avanzados. Su fácil integración, que no requiere de hardware extra ni cambio en los hábitos del consumidor, ha facilitado su adopción en diversos sectores.
Mientras tanto, la VR y el metaverso aún tienen que superar ciertos obstáculos para alcanzar un uso masivo. Los dispositivos son costosos, su uso puede ser complicado, y no hay muchas experiencias atractivas, lo que ha limitado su crecimiento más allá de áreas como los videojuegos, la formación o la medicina.
Está claro que la accesibilidad y la utilidad práctica son fundamentales para que una tecnología pase de ser solo una ‘promesa’ a una realidad. La IA ha tenido éxito porque ha resuelto problemas concretos de manera rápida y eficiente. El verdadero reto ahora para la VR y el metaverso será demostrar un valor claro que justifique la inversión y la complejidad, más allá del atractivo potencial que antes los caracterizaba.