Los influencers virtuales están ganando terreno como una alternativa innovadora en el marketing digital. Se trata de personajes creados con tecnología 3D o inteligencia artificial que simulan ser personas reales y generan contenido en redes sociales. Marcas de moda, belleza y tecnología ya los han incorporado en sus campañas.
Estos avatares digitales ofrecen a las empresas un control absoluto sobre la imagen, el mensaje y el comportamiento del influencer. A diferencia de los creadores humanos, no existen riesgos de controversias personales o problemas de reputación, lo que representa un beneficio importante.
Además, los influencers virtuales pueden interactuar de manera constante con sus seguidores, sin limitaciones de tiempo o espacio. Esto permite crear narrativas inmersivas y campañas más creativas que trascienden lo convencional.
El interés de los consumidores hacia estos personajes está en aumento, especialmente entre generaciones jóvenes que valoran la innovación y la conexión con experiencias digitales. La curiosidad y el factor sorpresa también contribuyen a su atractivo.
No obstante, este fenómeno plantea cuestionamientos éticos sobre la autenticidad y la transparencia. Las marcas deberán encontrar formas de equilibrar innovación con honestidad, para que la audiencia no perciba engaño en estas estrategias.