En un mundo donde todo parece estar calculado al milímetro, algunas marcas han decidido romper las reglas y apostar por algo inesperado: mostrar errores, improvisación y hasta un poco de caos como parte de su identidad.
No se trata de descuido real, sino de una táctica pensada para transmitir cercanía y autenticidad. El consumidor de hoy —saturado de anuncios perfectos y campañas milimétricamente editadas— empieza a desconfiar de lo impecable. Prefiere lo real, lo que parece hecho en el momento, aunque esté ligeramente fuera de foco o con un error ortográfico que después se corrige.
Del “todo bajo control” al “esto es lo que hay”
Marcas de moda, gastronomía y hasta tecnología están compartiendo videos grabados con el celular sin edición, posteos con memes improvisados o transmisiones en vivo donde todo puede pasar. Esto genera un efecto curioso: el público siente que ve “detrás de cámaras” y se involucra más.
El error como herramienta de marketing
Un ejemplo claro es cuando una empresa publica una equivocación y, en lugar de borrarla, la aprovecha para interactuar con su audiencia. El error se convierte en un chiste interno, un guiño que humaniza a la marca y la aleja de la imagen corporativa fría.
Por qué funciona
- Rompe la barrera de lo corporativo: se percibe más humano.
- Genera conversación: la gente comenta más sobre lo inesperado.
- Crea lealtad: el consumidor siente que no le están “vendiendo” todo el tiempo, sino que comparten momentos reales.
En un entorno donde la atención dura segundos y la competencia es feroz, mostrarse imperfecto puede ser la estrategia más inteligente. Después de todo, las marcas también son humanas… o al menos deberían parecerlo.